Tu hogar –y su localización– podrían afectar tu salud

Por Laura Williamson, ·¬ÇÑÊÓƵ News

Alecu Mocanu/500px a través de Getty Images
(Alecu Mocanu/500px a través de Getty Images)

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Se dice que el hogar es donde está el corazón. Pero, ¿puede el hogar de una persona jugar también un papel la salud de ese corazón?

Hay abundante investigación que sugiere esto. Los expertos dicen que la vivienda –su ubicación e incluso si la persona tiene una– puede contribuir considerablemente a la salud cardiovascular, con impacto sobre numerosos factores de riesgo, así como el acceso de una persona a los recursos necesarios para mantener una buena salud cardíaca.

"Tu código postal es mucho más predictivo del riesgo cardiovascular que cualquier tipo de predisposición genética", dijo el Dr. Boback Ziaeian, asistente profesor de medicina en la división de cardiología de la Facultad de Medicina David Geffen, en la Universidad de California, Los Ángeles.

"El entorno en el que vives afecta los factores de riesgo que desarrollas, y esos factores de riesgo pueden acumularse y afectar tu salud con el tiempo", dijo él.

Entre esos factores podrían estar el acceso a médicos e instalaciones de cuidado de salud; estresantes diarios como la exposición a violencia, la contaminación y la discriminación; actitudes con respecto a comportamientos promueven la salud, y oportunidades educativas, recreativas y económicas, dijo el Dr. Mario Sims, profesor de medicina social, población y salud pública en la Facultad de Medicina de la Universidad de California, Riverside. "Es un problema multifacético."

Y no es uno fácil de resolver. Los factores fuera del control de una persona pueden limitar sus opciones de vivienda y crear disparidades relacionadas con los ingresos y la raza, dijo Sims. Él fue el autor principal de un de la ·¬ÇÑÊÓƵ en el 2020 sobre la importancia de la vivienda para la salud y el bienestar cardiovascular. El comunicado declaró que todos estos aspectos desempeñaban un papel: estabilidad, calidad y seguridad de la vivienda; su asequibilidad y accesibilidad, y el entorno del vecindario.

Los estudios han mostrado que el racismo estructural y las prácticas discriminatorias –como la línea roja, o "redlining" en inglés, que históricamente dificultaron que las personas de raza negra fueran propietarios de viviendas y las mantuvieron segregadas en vecindarios con menos recursos– contribuyen a la mala salud cardiovascular y a tasas de mortalidad más altas. del 2014 publicado en la revista médica Circulation vinculó la segregación racial a nivel de vecindario con un riesgo 12% mayor de enfermedad cardiovascular en las personas de raza negra, en comparación a sus pares blancos.

"Podrías verte segregado lejos de instalaciones de atención primaria, algo que determina tu acceso al cuidado y tratamiento médico", dijo Sims.

Vivir en un vecindario de bajos ingresos también afecta las oportunidades educativas y laborales de una persona, lo que a su vez afecta su poder adquisitivo, dijo Ziaeian. Las familias negras e hispanas tienen mayor probabilidad que las personas blancas de vivir en vecindarios de bajos ingresos, donde los riesgos cardiovasculares son más pronunciados que en los vecindarios de ingresos más altos. Un en la revista Scientific Reports encontró que los riesgos de diabetes, presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, derrame cerebral y mortalidad disminuían según ascendía el estatus socioeconómico.

Los vecindarios pobres también podrían presentar más delincuencia y menos espacios seguros para hacer ejercicio o mantenerse físicamente activo, dijo Sims. Estos vecindarios quizás no cuenten con la infraestructura adecuada para caminar por los mismos, lo cual contribuye a un estilo de vida más sedentario, que a su vez contribuye a la obesidad –dos factores de riesgo cardiovascular conocidos.

Vivir en vecindarios racialmente segregados también puede afectar la exposición de una persona a actitudes respecto al sistema de cuidado de la salud, dijo él. Por ejemplo, las personas en vecindarios históricamente y predominantemente negros podrían haber crecido expuestas a la desconfianza en la comunidad médica, derivada de eventos pasados como el estudio sobre la sífilis Tuskegee del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos que engañó a los hombres negros participantes y ocultó un tratamiento demostrado para la enfermedad.

Las actitudes respecto a los comportamientos saludables también podrían verse afectadas por las personas con las que se comparte una vivienda o un vecindario, dijo Sims. "Estas personas pueden tener una influencia directa e indirecta en tus comportamientos", según sus sistemas de valores, como pueden ser, cuánto valoran aspectos como el ejercicio, la alimentación saludable, las consultas regulares con los médicos o tomar los medicamentos necesarios. El hábito de fumar –un importante factor de riesgo para la salud cardiovascular– también es más prevalente en los vecindarios de bajos ingresos.

"Cuando las personas están socialmente marginadas y bajo mucha presión, tienden a adquirir hábitos no saludables", dijo Ziaeian.

Y las personas con trastornos por el uso y la adicción a sustancias, que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular, podrían ser más propensas a tener un hogar inestable o incluso inexistente, dijo él.

Aunque podría sea más difícil lograrlo cuando se vive en vecindarios con menores recursos, hay pasos que las personas pueden dar para reducir su riesgo de enfermedad cardiovascular, dijo Sims.

Las investigaciones han mostrado que comer saludablemente, realizar actividad física, conservar un peso saludable, evitar el tabaco, dormir suficientemente –la mayoría de los adultos necesitan entre siete y nueve horas de sueño cada noche– y controlar los niveles de presión arterial, glucosa en la sangre y colesterol pueden ayudar a mejorar y mantener una buena salud cardiovascular.

Pero, dijo Sims, suprimir las disparidades en la salud cardiovascular relacionadas con el lugar donde se vive no será posible sin cambios generales en las políticas que influyen sobre un sinnúmero de factores, como distribución de los ingresos, estabilidad de la vivienda, educación y seguridad del vecindario, entre otros.

"Tenemos que cambiar más de los factores sistémicos que pueden reducir el riesgo de enfermedad cardíaca", dijo él. Y eso lleva tiempo. "No llegamos a esta situación de la noche a la mañana y tampoco saldremos de ella de la noche a la mañana".


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